Resumen: En el capital riesgo, los riesgos jurídicos suelen pasar desapercibidos hasta que ponen en peligro las operaciones, provocando retrasos o cancelaciones. Identificar y gestionar estos riesgos de forma proactiva es esencial para mantener el impulso de los acuerdos y garantizar el éxito de las transacciones.
Principales conclusiones:
En el mundo del capital privado, donde la rapidez y la precisión son esenciales, los riesgos legales pueden convertirse en amenazas. Estas amenazas silenciosas comprometen el cierre de una operación. A menudo, no se trata de faltas evidentes, sino de omisiones sutiles, cláusulas ambiguas o una diligencia jurídica insuficiente.
Estos riesgos, aunque no siempre visibles, son capaces de frenar el impulso de una negociación. Así, generar incertidumbre entre las partes involucradas y, en el peor de los casos, hacer fracasar acuerdos estratégicos que parecían seguros.
El coste real de los riesgos jurídicos invisibles
El capital privado opera en un entorno donde el tiempo lo es todo. Las transacciones deben avanzar con agilidad, pero sin sacrificar la certeza legal. Un riesgo mal gestionado puede romper la confianza entre inversores, gestores y asesores. Como resultado, aparecen retrasos considerables o incluso a la retirada de la oferta.
Los equipos jurídicos que no anticipan estos escenarios se enfrentan a una pérdida de credibilidad interna y externa. Colocando a la organización en una posición de vulnerabilidad frente a competidores más preparados.
- Retrasos en el cierre, ya que los equipos jurídicos se pelean por aclarar o corregir.
- Reducción de las valoraciones, una vez que la incertidumbre afecta al riesgo percibido
- Acuerdos rotos, donde la confianza del inversor se evapora
- Litigios posteriores a la transacción, que exponen a las empresas a consecuencias financieras y de reputación.
Los datos de S&P Global Market Intelligence muestran que, en 2023, las operaciones respaldadas por capital riesgo representaron alrededor del 19 % del valor total de las operaciones de fusión y adquisición que se cerraron en todo el mundo. Esto supone aproximadamente 28.000 millones de dólares en operaciones que se frustraron antes de completarse.
En general, esto pone de relieve cómo las cuestiones legales y reglamentarias o de gobernanza pueden hacer descarrilar transacciones.
Puntos ciegos comunes que provocan riesgos jurídicos en el capital riesgo
Los equipos que lideran operaciones en capital riesgo suelen ser rigurosos y altamente cualificados. Sin embargo, incluso los asesores jurídicos más experimentados pueden verse superados cuando la presión por cerrar un acuerdo pesa más que las buenas prácticas de gobernanza. Lo preocupante es que muchos de estos riesgos no surgen por falta de experiencia, sino por cómo están estructurados —o desestructurados— los datos jurídicos.
A continuación, algunos de los puntos ciegos más frecuentes que elevan el riesgo legal en este entorno:
Gestión compleja de entidades en múltiples jurisdicciones
Los fondos de capital riesgo gestionan carteras con numerosas compañías, muchas de ellas en diferentes países. Esta complejidad transfronteriza se convierte en una fuente importante de exposición legal. Registros corporativos incompletos o desactualizados pueden comprometer el cumplimiento normativo, sobre todo en sectores regulados o en mercados emergentes.
Información contractual fragmentada
La gestión ineficiente de contratos sigue siendo una causa habitual de riesgo jurídico. No solo genera ineficiencia operativa, sino que puede acarrear consecuencias legales y financieras significativas. Cláusulas heredadas, renovaciones automáticas no controladas o pasivos contingentes ocultos pueden distorsionar la valoración real de una operación.
Evolución normativa constante
Este riesgo afecta a muchos sectores, pero en contextos como los fondos de pensiones, el impacto puede ser mayor. Normativas como ESG, GDPR o DORA cambian con rapidez, y una revisión legal realizada hace un año puede estar hoy desactualizada. Contar con un sistema claro de seguimiento y comunicación de estos cambios es fundamental para evitar sorpresas.
Silos operativos entre funciones clave
Los departamentos jurídico, de cumplimiento y de gestión de carteras no siempre trabajan de manera coordinada. En empresas con estructuras heredadas o poco integradas, esta desconexión genera vacíos en la diligencia que son difíciles de subsanar a tiempo.
Lo más sorprendente del riesgo legal en el capital riesgo es la magnitud de los honorarios y costes legales. Por cada fondo de 1.000 millones de euros, el gasto jurídico externo puede alcanzar los 10 millones de euros, y la gestión de sólo 50 participaciones puede requerir el equivalente a 6 puestos jurídicos y de gobernanza a tiempo completo. En general, la principal enseñanza es que la diligencia y el trabajo jurídico tradicionales ya no son suficientes.
Por qué la diligencia tradicional no basta
Incluso contando con asesoría legal de primer nivel, muchos equipos de capital riesgo tropiezan con el mismo obstáculo: la calidad de la diligencia depende directamente de la visibilidad y organización de la información jurídica disponible.
Cuando los plazos son ajustados, los equipos legales trabajan con lo que tienen a la vista, no necesariamente con lo que falta. Por ejemplo, la gestión documental, el control de versiones o los permisos de acceso deben estar completamente controlados. De otro modo, señales críticas pueden pasar desapercibidas.
En muchos casos, el problema no está en la calidad del asesoramiento, sino en la calidad de los insumos jurídicos con los que se trabaja.
Estrategias proactivas para anticipar riesgos jurídicos en capital riesgo
Mitigar riesgos legales no implica frenar operaciones. Consiste en establecer bases sólidas desde el inicio para acelerar la ejecución con seguridad.
Entonces, ¿cómo lo hacen los equipos con visión estratégica?
Estructure sus datos
Centralizar la información jurídica en una única fuente fiable reduce errores, omisiones contractuales y malentendidos entre las partes interesadas. De tal modo, teniendo datos de entidades bien organizados mejora la visibilidad en distintas jurisdicciones y zonas horarias. Así se reducen las ambigüedades desde el principio.
Simule la diligencia internamente
Antes de negociar, ensaye internamente la due diligence para identificar posibles riesgos legales y normativos que puedan entorpecer la operación. Así, adoptar la perspectiva del inversor permite descubrir debilidades y refinar los procesos jurídicos desde adentro.
Trate el riesgo normativo continuamente
El cumplimiento no debe verse como un listado estático, sino como un proceso continuo que requiere atención constante. Por ejemplo, monitoree cambios regulatorios en tiempo real, especialmente en privacidad, ESG y anticorrupción. De la misma forma, implemente auditorías periódicas y alertas jurídicas para detectar riesgos antes de que impacten la transacción.
Asesores jurídicos y generales: de guardianes a facilitadores
En el panorama moderno del capital riesgo, el asesor jurídico ya no es sólo el último punto de control antes de la firma. Son facilitadores estratégicos, junto con los equipos jurídicos. Su papel se extiende a la participación en continuos controles reglamentarios y a la participación activa en la gestión operativa general. Por ejemplo con entidades y actualizaciones de entidades. Como hemos visto, el riesgo en el capital de inversión no sólo se gestiona. En efecto, se anticipa en la medida de lo posible.
Al integrar los conocimientos jurídicos en las primeras fases de una adquisición o acuerdo, los responsables jurídicos pueden influir en la valoración, la velocidad y el resultado, al tiempo que salvaguardan la reputación de la empresa.
Asesores jurídicos: de guardianes a facilitadores
En el entorno actual del capital riesgo, el rol del asesor jurídico ha evolucionado notablemente. Ya no es simplemente el último filtro antes de firmar un acuerdo. Hoy, tanto los asesores generales como los equipos legales actúan como facilitadores estratégicos del negocio. Su participación se extiende mucho más allá de la validación final. Por ejemplo, colaboran de manera activa en el seguimiento regulatorio continuo y en la gestión operativa de las entidades del portafolio. Así, intervienen en procesos clave. Por ejemplo, actualizaciones corporativas o gestión multijurisdiccional, asegurando un marco legal sólido desde el inicio.
Como hemos visto, el riesgo legal en capital inversión no debe limitarse a un enfoque reactivo. Por el contrario, debe anticiparse en la medida de lo posible, integrando la visión jurídica en etapas tempranas del ciclo de vida del acuerdo. Es por ello que involucrar a los responsables legales desde el principio puede influir directamente en mucho. Como en la valoración de una operación, acelerar su ejecución y mejorar el resultado final.
El riesgo legal en el capital riesgo es manejable, si se detecta a tiempo
El riesgo legal no siempre es ruidoso. No siempre aparece en tinta roja o en señales de advertencia. Pero siempre está ahí: en las notas a pie de página de acuerdos antiguos, en registros a medio actualizar, en leyes locales pasadas por alto.
Para los directivos de capital riesgo que quieren cerrar operaciones más rápido, de forma más limpia y con menos sorpresas, la respuesta no es sólo una mejor diligencia, sino una preparación jurídica proactiva.